Estamos en tiempo de confinamiento. Y también sufrimos tiempos de brutal polaridad política. Estamos en guerra. Una de las primeras victimas de una guerra es la verdad pero nunca hubo un tiempo en el que la verdad fuera asesinada tantas veces por segundo. Los bulos de la vieja del visillo, del cartel de las guerras mundiales, de las guerras frías, de cualquier tiempo pasado, nunca hubiera pensado que pudiera ser más veloz que ninguna otra arma.
Los Bulos en los tiempos cibernéticos
Ahora bien, hay matices que aclarar en cuanto a la existencia de los bulos en sí mismos. No son de ahora. Los bulos han existido siempre. Tan sólo han cambiado la forma de propagarse y la tecnología que hace tan eficiente la posibilidad de engaño en cualquier tipo de prueba.
Es excesivamente fácil ahora falsificar incluso el dinero. Tenemos impresoras fotográficas de tal calidad que con el papel necesario…
Hay tantísima información, fotos, vídeos, etc… a nuestro alcance que basta con cambiar un pie de foto para declarar una matanza niños huérfanos en la Puerta del Sol.
Basta un un poquito de PHOTOSHOP para cambiar un letrero de Ucrania con otro de Cádiz, quitar la cabeza de una persona poniendo la de otra y atribuirle sus actos. Todo es posible a los ojos de quien no lo ponga en duda.
Tenemos tendencia a sentirnos cómodos con lo falso si nos conviene. Nos da igual que las cosas sean ciertas o no, si nos refuerza en nuestros postulados todo vale. Nada nos va a hacer cambiar de opinión y necesitamos pruebas como piedras que lanzar a nuestro opuestos.
Suspensión voluntaria de la incredulidad
Esta frase de Luisgé Martín es la la que resume porqué somos tan permisivos para compartir los bulos. No ponemos en duda lo que nos conviene no poner en duda. Tenemos un filtro muy amplio para las cosas que hacen daño a nuestros opositores. Muchas veces no nos las creemos pero no dejamos de apostillar, al compartir un bulo, la frase que pensamos nos va a librar de cometer algún mal: No sé si será verdad pero como sea cierto… Lo típico de las cadenas. No sé si será verdad pero por si acaso…
Todos hemos caído en creernos algunos bulos. Yo el primero. Algunos, incluso los he llegado a compartir, estoy seguro.
Esa línea tan frágil que hay entre la realidad y la ficción puede saltarse todos los filtros e incluso he podido sentirme seguro de la realidad alternativa. Nunca lo he hecho con el total convencimiento de que no era cierto. Un poco como todos. O casi todos.
Bueno, navegando, navegando… ya nos la han colado. Ya hemos compartido un bulo. Seamos claros.
¿Compartir una información falsa nos convierte en mentirosos?
Todos sabemos que no o no podríamos vivir con ello. Nos sentimos víctimas en cuanto lo sabemos o al menos eso expresamos. Nunca verdugos. Pero la verdad es bien distinta si no hacemos nada después de saber que hemos mentido… entonces amigo mío… ya no somos víctimas de nada, somos cómplices. Miente que algo queda.
Como descubrir que hemos compartido un bulo
No es difícil si se tiene el tiempo suficiente para hacer una pequeña investigación. Maldito Bulo es una página pero no es la única que tiene por cometido comprobar los bulos existentes y te dan una pista de lo que se debe mirar para identificar un bulo.
Google suele ser infalible. Entra en el buscador de toda la vida. Copia parte de la publicación que has hecho. añádele la palabra bulo. Te sorprenderás de la cantidad de páginas que ya han estudiado ese bulo incluso mucho tiempo atrás. Si no es un bulo también te encontrarás con la confirmación de lo publicado y seguramente más información que compartir.
Para explicar un poco mejor esta parte he hecho otro artículo simplificando un poco los términos.
¿Como actuar cuando sabemos que estamos compartiendo un bulo?
Todo depende de nuestra disposición a acabar con el bulo. Yo he informado a varias (muchísimas) personas que compartieron algo falso, después de averiguar que lo es, perdiendo mucho tiempo y dando muchas explicaciones… que a veces no sirven para nada.
Muchas veces detecto que la disposición para solucionar su patinazo es totalmente nula. En estos casos no quedan muchas opciones. No pretendo solucionar los problemas que tienen con la verdad determinadas personas. A partir de ahí sólo queda ignorar y poner en cuarentena todo lo que reciba de ellas. Si ya mintieron a sabiendas una vez es que van a volver a hacerlo.
Luego tenemos a personas que han sido engañadas para ser portadores del bulo y que tienen cierta autoestima para proteger la reputación de lo que publican. Muchas me piden que les diga como solucionarlo. Para ellas el siguiente recetario.
Receta del «desbulamiento»
O cómo acabar con un bulo. Vale tanto para si lo hemos compartido como si lo hemos detectado. Buscar la trazabilidad…
- 1º Avisar a la persona que nos transmitió el bulo a nosotros.
- 2º Avisar a quienes compartieron de nosotros.
- 3º Borrar nuestro mensaje
Jajajaja, Es guasa. Estoy seguro que sabéis que esto no es tan fácil y lleva mucho (muchísimo) trabajo. Es la pauta más lógica pero no nos engañemos, vamos a sucumbir en cualquier momento.
Hay una forma mejor.
- Editar nuestra publicación con la palabra BULO
- Añadir uno o varios mensajes con la palabra BULO
- Enlazar si conocéis la web que desmiente el BULO
- Hacerlo en las mismas publicaciones que veáis por ahi.
- Después borrar nuestro BULO.
Os aconsejo descargar una o varias de las imágenes con la palabra BULO para escribir lo menos posible. Aquí si que se permite copiar y pegar la imagen. Si lo deseáis haré cartelitos propios para compartir.
Feliz caza del bulo...
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